lunes, 8 de octubre de 2012

De la Justicia de la Tolerancia a la Tolerancia a la Justicia


 “Que a nadie le falte la actitud de tener que aprender cada día a ser más justos en la vida. Que se nos enseñe dónde habrá que poner una mirada más abierta y disponible, menos egoísta e interesada; que se nos enseñe a que no hagamos ‘la nuestra’, a que no se diga de cada uno de nosotros: ‘Este hace la suya’, sino a mirarnos como hermanos y a preocuparnos por los demás”.
Bergoglio dixit.

La tolerancia es un acto de justicia, un acto de humildad.
La tolerancia política, la tolerancia ideológica, la tolerancia religiosa, la tolerancia ética, son compromisos con una mejor convivencia y con un futuro mejor (siempre que no se caiga en relativismos culturales extremos, en los que la dignidad del ser humano se vea menoscabada).

En lo referente a la religión, es necesario aceptar las diferentes ideas, conceptos, sentimientos y manifestaciones de todos los credos.
En todo el mundo, en cada país, debieran aceptarse tales diferencias.
Es un acto de justicia aceptar que no hay una religión por encima de otra, que están todas en un mismo pié de igualdad..

Lamentablemente, no es la actitud de países comprometidos con una religión en particular. En estos casos, hay distintas formas de manifestación. En algunos, sólo se acepta una religión y se persigue al resto, en otros se mantiene una religión (oficial o no) y se acepta la existencia de las otras. Aún reconociendo la gran diferencia entre las dos situaciones, creo que ninguna de estas es aceptable ni debería darse en un mundo que pretenda acercarse a una situación de justicia.

Nuestro país se encuentra en el primero de estos casos.
Podemos leer en el Artículo 2° de nuestra Constitución: “El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano”.
Este “sostenimiento” se refiere a lo económico.

En esta intención de “aprender cada día a ser más justos en la vida” (actitud propuesta por Bergoglio y que comparto), pienso que es necesario poner los distintos credos en igualdad de condiciones.
De manera que me resulta más que razonable que el Estado Argentino deje de mantener el culto católico en aras de la justicia.

Sería deseable que en estas circunstancias la Iglesia Católica, con Bergoglio y los suyos (muchachos, tengan “una mirada más abierta y disponible, menos egoísta e interesada”,  dejen de hacer “la nuestra”), den un paso más allá de la justicia de la tolerancia, y demuestren su tolerancia a la justicia.