También se los podría llamar evasores.
O elitistas.
Tal vez golpistas.
Esta gente, que hace del campo (y se hacen de ellos mismos) un monumento a la argentinidad cuando en realidad nunca fue más que un medio para enriquecerse, quizás debiera comenzar por blanquear a quienes sí hacen patria cada día, descendientes de los que fundaron sobre su sudor, hambre y maltrato, las fortunas de tantos que salen a cacerolear y cortar rutas cuando les quieren marcar la cancha (cuando nadie se las marca, tiran manteca al techo).
Ellos hablan, acusan, desafían, como si tuvieran una altura moral que no tienen.
Ellos se quejan si los gobernantes de turno no los visitan en su guarida de la rural negándoles la oportunidad de silbarlos, abuchearlos, insultarlos, como hicieron con Alfonsín (mientras aplaudieron y vitorearon a Menem, Videla y otros gobiernos militares a los que nunca les cuestionaron retención alguna) olvidando, en su soberbia, que esas autoridades han sido elegidas por el pueblo..
Ellos nos dicen por televisión, con una sonrisa y de la mano de un escriba de viejos golpistas, que puede haber un golpe, creyendo que el ciudadano se quedará preguntando “quién lo va a promover”, como si el pueblo no supiera que son ellos mismos los que desde la historia han sido parte interesada y beneficiada de cuanto gobierno militar o derechoso ha habido.
Creo que prefiero llamarlos delincuentes.
Porque con su apoyo a las dictaduras basaron el aumento de sus fortunas sobre los cadáveres de miles de muertos por bala o hambre.
Porque pagar sueldos de hambre es matar por inanición a quienes explotan.
Porque tener personal en negro es estafar al estado.
Porque amenazan.
Porque nos tienen de rehenes con su dominio sobre el fruto de la tierra.
Sí, prefiero llamarlos delincuentes.
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