Es lamentable que la gente valiosa deba dejar sus puestos cansada de luchar contra las montañas de ceguera, de hipocresía, de fascismo.
En la provincia de Buenos Aires, Laura Berardo renunció como vicepresidenta del Consejo Provincial de las Mujeres porque el gobernador no impulsa las políticas de género. Claro, es mucho más importante estar bien con la iglesia.
Curiosamente nuestra presidenta habla de cuestiones de género mientras en el país se viene abajo lo muy importante que se logró construir a este respecto en los últimos años.
En muchas provincias en las que se había avanzado, hoy se nota el estancamiento cuando no un franco retroceso.
Quienes trabajaban fuertemente, con energía y ganas y fundamento, pensando en las igualdades de género, en la libertad de decisión y de conciencia, se han ido encontrando en los últimos meses con obstáculos insalvables: reducción de presupuestos, alejamiento forzoso (despido o raje, como quieran) de sus actividades, mayor espacio de poder de la iglesia.
Pregunto con respeto: qué carajos tiene que hacer la iglesia opinando de cosas tales como la vasectomía o la ligadura de trompas?
Quién les da derecho a meterse en la vida de hombres y mujeres que trabajan y se ganan el pan con el sudor de su frente, mientras ellos se limitan a sacar tajada de gran parte de ese sudor para mantenerse sin trabajar?
Hoy, quien era presidenta del Consejo, se pregunta dónde fue a parar la partida de 2 millones de pesos aprobada por la legislatura para fortalecer el funcionamiento del mismo.
Sabemos que a muchos funcionarios les interesa más la “tela” que el género.
Entiendo que se trata de dos latrocinios: por un lado se esfumó el dinero prometido, por otro nos roban el poder de decisión.
Vaya uno a saber a dónde fue a parar el dinero.
En cuanto al poder de decisión, llegará el día en que las mujeres y los hombres, seres de libre albedrío, abramos los ojos y tomemos lo que nos corresponde, dándole una buena patada en el culo a quienes se creen con derecho a decidir por nosotros.
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